Si hay algo cierto es que la historia la escriben los vencedores y también es cierto que no hay nada más inexacto que la verdad, mucho más cuando en nuestra verdad los perpetradores de nuestras guerras siguen estando en el poder.
Colombia es el país del continente que más guerras y batallas ha tenido desde la independencia de los españoles, prácticamente no hemos tenido más de veinte años en paz, una paz acomodada a los intereses de los mismos que la generan. Lo peor es que seguiremos en guerra porque la motivación sigue siendo la misma: la tenencia de la tierra.
Luego del 7 de agosto de 1819 las tierras fueron divididas entre los militares y políticos que pasaron a reemplazar a los antiguos dueños que a su vez se las habían arrebatado a los indígenas y explotado con la mayor aberración de la humanidad: la esclavitud de los negros. Desde esa fecha hasta la actualidad hemos seguido el mismo fenómeno ahora representado no solo en terratenientes, también en banqueros y empresarios, que no requieren tanto la tierra ya que tienen los medios de financiación y producción para seguir explotando.
Al lado de ellos está un Estado que debe cumplir las exigencias de quienes dicen dar empleo y por lo tanto mejorar la calidad de vida de los colombianos, en este Estado están algunos privilegiados como los congresistas, las fuerzas armadas y hasta las iglesias, todos orientados a garantizar la "propiedad privada", que no es otra cosa que la concentración de la riqueza en uno de los países más inequitativos del continente.
Eso estuvo oculto durante más de medio siglo cuando el discurso político se hacía contra la subversión con ideas comunistas, un discurso impuesto por los gringos como parte de la guerra fría. Al caer el modelo de la URSS nos comenzamos a dar cuenta que el problema era el modelo económico representado en el neoliberalismo que había impuesto sus condiciones durante más de un siglo, financiando no solo las economías, también las dictaduras y las guerras, como lo vimos en el Plan Colombia.
La aparición de las redes sociales trajo una pequeña luz a través de la cual vimos la realidad de forma inmediata, sin el sesgo de los medios de comunicación y ahí nos dimos cuenta que durante años habíamos visto las consecuencias y no las causas, muchas de las cuales se evidenciaron luego del acuerdo de paz con las FARC, la causa era el Estado en sí, manipulado por la corrupción y los privilegios de la clase política, eran ellos los perpetradores de nuestras guerras y decirlo no es conveniente, por eso hasta ese momento nunca se había hablado del conflicto armado interno en nuestro país.
Ahora que tenemos una Verdad, resultado de miles de horas de participación de las comunidades, nos enfrentamos a una nueva disyuntiva, ¿Cómo le diremos esa verdad a las nuevas generaciones?, ¿La ocultaremos hasta que los protagonistas hayan fallecido?. Esta verdad no es políticamente correcta, porque en esa verdad el Estado y sus cómplices son responsables de más del 60% de los crímenes de guerra por acción, omisión y conveniencia.
La Verdad nunca ha sido parte de nuestro sistema educativo, la historia del país solo llega hasta la muerte de Gaitán, desde los años 90 del siglo XX se dejó de dictar la materia en la escuela, una escuela que tampoco se interesó en la historia, muestra de ello es que mientras aprendíamos de la conquista y colonización de España, con la mirada inquisidora de la iglesia católica, por El Doncello uno de sus fundadores pedía ayudas con una carta de un Alcalde que lo convirtió en un fundador - limosnero.
No hay verdad absoluta, lo que es absolutamente cierto, menos cuando en esa verdad se enfrenta no solo a sus criminales en el país, muchos de los cuales son pensionados por el Estado en tanto sus víctimas siguen en la miseria y el abandono, si no porque en esa verdad están involucrados organismos internacionales que se hicieron los de la vista gorda con tal de seguir explotando al país. Todos somos culpables.
Ahora viene el reto para los maestros, hacer la narrativa de esa verdad, muchos de esos docentes son burgueses que tampoco tienen en interés en reflexionar y enseñar a pensar con sentido crítico, es más fácil para ellos seguir hablando de la historia de los romanos o los griegos o de Cristo o de los santos, con tal de no afrontar la verdad y mucho menos a los fanáticos padres de familia.
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