Además de la envidia, tema ampliamente explicado por el ciclista "Cochise" Rodríguez, es la ingratitud la otra enfermedad de los colombianos, patología que hemos demostrado en la última década con los hermanos venezolanos, por eso muchísimos desagradecidos no ven la hora de que se vayan, en gran medida porque en Colombia tenemos el síndrome de Doña Florinda.
Ahora que Venezuela comienza a repuntar económicamente que hasta los gringos han tenido que hablar con el gobierno de Maduro, ahora presidente de Venezuela, al que Duque seguirá contando las horas para que caiga, en tanto Juan Guaidó ya no es nadie para la prensa de este lado, es cuando se necesita de muchos análisis, entre esos ¿Qué pasaría si los venezolanos se van de Colombia?, que posiblemente muchos lo harán por que allá tienen bienes que acá un colombiano promedio no alcanza ni a imaginar, a menos que endeude no solo su trabajo si no también el futuro de sus próximas generaciones.
Comienzo por ratificar que Colombia fue un desagradecido con los miles de migrantes venezolanos que tuvieron que llegar en pésimas condiciones a buscar oportunidades a un país más pobre que el de ellos, muchos de esos venezolanos más preparados que los colombianos, y somos desagradecidos por que en medio de nuestra ignorancia histórica pasamos por alto las olas de paisanos que pasaron desde los años 70´s hacia ese país, los primeros por el boom del petróleo, luego por las oportunidades laborales y los últimos acosados por el conflicto armado, principalmente el paramilitarismo en la región de los Santanderes, y que en Venezuela no solo encontraron no solo refugio sino también oportunidades que nunca tuvieron en nuestro país. Cuando laboré en Venezuela pude constatar como ese país se había "colombianizado" y conocí varios descendientes de colombianos que permitieron seguir con los lazos de hermandad que tenemos desde épocas de la colonia.
La otra parte de la historia de nuestro desagradecimiento estuvo en manos de los gobiernos uribistas que siguiendo órdenes del patrón yanqui suspendieron la frontera para bloquear por hambre a ese país, siguiendo la cartilla que habían aplicado a Cuba, con la cortina de humo de la democracia en la cual Colombia no es que sea propiamente un ejemplo. Este desagradecimiento no solo le costó a los venezolanos, le costó a la golpeada población de la frontera, pasamos de tener una de los más dinámicos pasos de economía en el continente con más de US$7 mil millones de intercambio a pasar mercancías y personas a través de trochas, lo que afectó grandemente a los empresarios colombianos, muchos de ellos quebraron esperando las ayudas de los gobiernos que representaban la libertad en América.
La diáspora venezolana ha llevado a que en Colombia estén más de dos millones de sus habitantes, sin contar con aquellos con doble nacionalidad que han ingresado en condición de colombianos, lo más difícil para ellos, además de tener que dejar lo suyo y los suyos, fue encontrarse en un país empobrecido y explotador, donde los empresarios comenzaron a pagar salarios menores que a los colombianos de por sí ya afectados por la inequidad, siento tal nuestra ignorancia en este aspecto que culpamos a los recién llegados por prácticas de los dueños de los medios de producción. Es importante aclarar que gran parte de esa ingratitud se la debemos a la clase política y a la manipulación mediática que presentó a los venezolanos como invasores, cuando fueron las decisiones erradas de los gobiernos de ultraderecha los que causaron parte del daño.
Hoy el gobierno de Petro se atrevió a hablar con el diablo de Maduro, para hacerlo comenzó por nombrar embajador y acelerar la apertura de la frontera, al hacerlo dinamiza una economía que a final de este año espera mover más de US$750 millones y al final de su mandato espera llegar a los US$2 mil millones, lo que generaría empleo a lado y lado de la frontera con algo que es importante para nuestro país: la venta de productos terminados, lo que es distinto a lo que hacemos con otros países a los cuales enviamos commodities (materias primas sin procesar y por tanto a mucho menor valor que el producto terminado), este intercambio permitirá además oxigenar a Monómeros Colombo-Venezolanos la empresa que puede llegar a producir más de la mitad de los fertilizantes necesarios en nuestra agricultura.
Volviendo a la pregunta de este blog, ¿Qué pasa si se van los Venezolanos?, esto causaría un impacto que no se puede medir: el de la economía de a pie. Si hay un millón y medio de venezolanos en nuestras ciudades viviendo del día a día en el rebusque, cada uno de ellos con un promedio de consumo de $15.000 diarios, esto indica que esa población a diario mueve $ 22 MIL 500 MILLONES de pesos (lo coloco en mayúscula para los que no saben leer con tantas cifras), saquen la cifra de cuanto se mueve al mes y al año, dinero que por lo general es efectivo contante y sonante, que no llega al sistema bancario y se queda en vivienda y alimentación en estratos uno y dos, tema que no analiza la prensa porque no le interesa que lo sepamos.
Ya sé que los venezolanos tienen que irse porque son malas personas, hacen bulla, son muy caribes y muchas de sus mujeres hermosas están robándose los maridos y muchos maridos han visto como se van sus mujeres tras los hombres venezolanos. No queremos gente como esa en nuestro país, un país que tiene el orgullo de tener paisanos especialmente en USA, Chile, Perú y Ecuador donde son un ejemplo de convivencia, respeto y buenos modales.
Soy un vago que lee.
Soy un vago que lee.

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