Uno de los males de este país ha sido, desde los inicios de la República, el nepotismo, por eso el poder tanto económico como político e incluso social gira alrededor de las mismas familias, un tema de la que tampoco escapa el Presidente Gustavo Petro y su familia.
Uno de los temas de los discursos de la izquierda es precisamente acabar con las familias tradicionales que están tras el poder de la nación, hemos tenido presidentes cuyos hijos se forman para luego ser los "líderes naturales" de sus partidos, varios han sido presidentes igual que sus mayores y muchos han ocupado cargos públicos, embajadas y cargos de elección popular. De esto hay un libro de Álvaro Saloom Becerra titulado "El delfín", qué mejor título.
El controvertido Nicolás Petro, el hijo mayor del presidente quiere hacer política utilizando la imagen de su padre, eso es claro, de hecho se presentó a la Gobernación del Atlántico y al perder por obra de la ley de oposición accede al cargo de diputado de la Asamblea Departamental, aunque eso es legal no es ético, ese es un tema con una delgada línea.
La ética y la legalidad siempre suelen confundirse, muchas cosas suelen ser legales y no éticas o viceversa, de hecho en la derecha hay oscuros personajes que siguen alegando que sus actuaciones son legales porque ningún juez lo ha condenado, por acción, omisión o miedo, pero eso no quiere decir que su actuar haya sido ético, lo sabemos de sobra más de 6.402 veces.
El caso de los Petro es uno de esos casos que tanto criticó el Presidente en sus discursos, nadie niega que el cargo de Diputado de Nicolás Petro sea legal, pero ¿es ético que el hijo del Presidente sea Asambleísta?, lo ético sería que él y todos los familiares de Petro y de todos los presidentes e incluso gobernadores, alcaldes, congresistas, diputados y concejales se retiren de los cargos públicos sean o no de elección popular, y deben hacerlo para que haya transparencia en su actuar.
En este remedo de intento de país al parecer nada cambiará y lo antes era un pecado por obra y gracia de los Petro, ahora es ético. Seguimos en el círculo vicioso de los privilegios.
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